En tiempos pandémicos, Marcela Peñailillo, sintió la necesidad de tomar contacto con la naturaleza. La plaza de su sector, que debía ser un espacio de reunión de la comunidad, yacía abandonada. El silencio era abrumador, y las relaciones entre vecinos se habían vuelto un eco lejano. Decidida limpio la plaza con una escoba, desmalezo y sembró semillas; cada hoja caída, cada rincón olvidado, recibió su atención. Pero no se detuvo allí. Con sus manos, sembró flores y plantas nativas, plantas medicinales, dando vida al espacio que había sido olvidado. Y cuando alguien le preguntaba ¿por qué lo hace?, ella sonría: “Porque cada flor es un abrazo para el alma”.

La vecindad que pasaban por allí, la veían entretenida y comentaban los mínimos avances, que se fueron uniendo a una causa en común. Al principio, tímidamente, como las primeras hojas que brotan en primavera. Pero pronto, el grupo creció. De tal forma que, algunos con tres décadas de diferencias entre sus edades se hicieron de manos a la obra, intercambiando saberes y su amor por la tierra.

Compartiendo historias y consejos sobre cómo cuidar las plantas. Los bancos de madera, antes vacíos, ahora albergaban conversaciones animadas. Y así, sin darse cuenta, habían formado un club: el Club Senda Ecológica de Adultos Mayores con charlas sobre reciclaje, cuidado del agua y la importancia de preservar la biodiversidad, cuenta con 49 miembros activos y tiene personalidad jurídica municipal en Villas la Playa y San Bartolomé, La Serena.

El club no solo se dedicó a embellecer la plaza y su jardín, se convirtió en un refugio emocional. En aquel lugar, el paso de las horas pasaban rápido y el miedo a contagiarse se disipaba. Las miradas se encontraban, las manos se estrechaban, y el mutismo se transformaba en risas compartidas. La soledad se desvanecía, reemplazada por la calidez de la comunidad.

Marcela Peñailillo, sembró una semilla de una flor blanca que representa más que un símbolo. Una semilla de esperanza, de cambio y de un futuro más luminoso como símbolo de paz ha sido cuidadosamente sembrada en el jardín de la plaza por manos amorosas y comprometidas. Esperan que, para el dos de octubre, día de inicio de la Tercera Marcha mundial por la paz y la noviolencia, esta ya florezca.

La Tercera Marcha Mundial no es solo para los adultos mayores. Es para todos nosotros, sin importar nuestra edad o circunstancias. Cada uno de nosotros puede ser una semilla de cambio. Cada acto de bondad, cada palabra de aliento contribuye a la floración de un mundo mejor.

Gladys Mendoza Jaque

David Castro González

Miembros de Convergencia de las Culturas